editorial photographer

Taller Ruven Afanador 2017

El decano de la facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, Hernando Barragán, muy amablemente me invitó como profesor asistente al Segundo Taller de Ruven Afanador en Colombia. 

Ahí estuve yo, rodeado de 30 estudiantes que asistieron al taller del maestro Ruven, de quien aprendieron varios conceptos y formas de ver y entender la fotografía editorial. Más de una vez levanté la mano e hice preguntas: cómo por ejemplo, ¿cómo es la manera en que usted planea una foto, cómo es el proceso mental para pasarlo al papel y después a la escena? También pensé que era interesante que contara experiencias y anécdotas como retratista.

Alguien me comentó que le preguntó al maestro si lo veríamos tomando fotos... y él respondió que no creía que aprendiéramos de verlo en acción. Me parece que la pregunta era más enfocada a ver al gran Maestro Afanador apretando el obturador y haciendo fotos y esa hubiera sido una experiencia de vida. No por aprenderle algo, sino por tener el placer visual de verlo haciendo fotos. Casi que el mismo placer que me daría a mi ver a Ringo Star tocando la batería en vivo, no con el interés de aprender a tocar batería.

Cinco días de charla y práctica. Las charlas a cargo de Ruven y los invitados que llevó a cada una, quienes además hicieron aportes muy valiosos al taller: Un diseñador gráfico, la directora de una revista y una escritora.

Las presentaciones del trabajo de Ruven, muy interesantes. Yo era el encargado de pasar las diapositivas. Pudimos ver parte de su obra en los temas de retrato y moda. Cada uno con sus explicaciones, conceptos y forma de entender y vivir esas pasiones.

 En las prácticas que fueron en lugares maravillosos: Textura y en la Escuela de Artes y Oficios. Mi rol fue acompañar, en el primer día de práctica, a la artista Naty Botero y a los fotógrafos que le harían los retratos. Ese día aproveché para llevar mi cámara Fuji X-100T. Hice fotos de Behind the Scenes e hice sugerencias a los estudiantes. En algunos momentos. 

El segundo día de práctica, llegué un poco tarde y le eché una mano a uno de los colegas. Lo orienté y le ayudé un poco en la dirección de arte con las modelos que tenía. Indicaciones muy sencillas. De esa manera, cumplí con el tema de apoyar y acompañar. Un día especialmente inolvidable.

Al final del taller fue muy emocionante ver exhibidas las fotos de los participantes en una sala de Uniandes. Quedó un sabor bonito. El de haber vivido una gran experiencia. Me gustó mucho el trabajo, la manera como los estudiantes del taller resolvieron las dificultades del tiempo y cómo aprovecharon las locaciones como recurso. Un taller lleno de inspiración. Para aprender temas nuevos. Para conocer colegas apasionados. Y para compartir momentos con nuestra leyenda fotográfica viva, Ruven Afanador. Si puede, el próximo año, asista! Vale la pena!

Me quedó faltando ver al maestro en acción. Solo por tener el placer visual de verlo disparando su cámara. Pero seguro que será una oportunidad que llegará en algún momento.

Por ahora les comparto las fotos que hice durante el taller. Un poco del arte de observar "behind" y respetar el espacio de los fotógrafos a quienes acompañas. Estas son imágenes tomadas desde atrás...

Don Juan: Doctor De Greiff, prenda la pipa y eche humo

Eso fue lo que en resumen pasó en esta sesión de fotos con el ex fiscal Gustavo de Greiff. El primer fiscal que tuvo Colombia.

Cuando llegamos a su casa, subimos a saludarlo. Una casa de arquitectura inglesa, llena de pisos y pequeñas habitaciones apenas alumbradas por la luz que alcanza a entrar entre ventanas cuadradas. Cálida.

Ahí estaba el señor fiscal. Con todos sus años. De mirada lenta. Hablando con palabras precisas y justas. "Quieren subir a mi oficina?", preguntó. Cuando estábamos allá arriba vi que tenía colección de pipas. "Ah, usted fumaba pipa?", pregunté. "Fumo", me aclaró. Pues doctor, lo invito a que agarre su pipa favorita. Vamos a tomar las fotos a lo Hollywood, le dije. Se rió. Y después se volvió a reír con otros comentarios. Simpático resultó el personaje que hace parte de la historia viva de este país.

Ese tema le gustó. Comentó un par de cosas sobre su cachimba y otras más sobre los tabacos, dónde los consigue, cuáles son mejores que otros, etc.

La entrevista se la hacía la revista Don Juan mientras yo organizaba la foto. Puse un telón oscuro detrás de un escritorio, tapé una de las ventanas para poder tener más control de la luz, hice un par de pruebas de luz y entonces invité al fiscal a sentarse para las fotos.

El efecto del humo de la pipa, fue mágico. El fiscal estuvo muy receptivo con las indicaciones para las fotos y quedé muy contento con los resultados. Me acuerdo haber leído sobre iluminar el humo desde atrás para que resalte más y con fondo oscuro, se vería mejor. Eso hice. Y una vez tuve la luz, empecé a darle pequeñas indicaciones, como "saque todo el humo que pueda, doctor". 

Acá presento todas las fotos que les pasé a los editores. 

 

 


Personal Project: Ruven Afanador

"Maestro, soy Pablo Salgado, fotógrafo colombiano, voy para Estados Unidos y me encantaría conocerlo. Admiro su trabajo y su maravillosa carrera artística. Como parte de mi presentación, le adjunto un par de fotos que me publicaron recientemente en la Revista Bocas de El Tiempo. Son la maestra Beatriz Gonzalez y el maestro Antonio Caro". Al día siguiente me respondió. Era la mejor de estas dos opciones: si no me responde, no pasa nada. Pero qué tal que me responda. 

"Te invito al lanzamiento de mi libro Angel Gitano el 6 de noviembre. Las fotos que me mandaste son buenas en todo nivel".

Tenía que ir a Nueva York.

Ya instalado en Nueva York City, me fui temprano para saber bien dónde quedaba la galería. Caminé. Cogí metro. Caminé. Me perdí. Llegué al edificio donde está Throckmorton Fine Art. Subí al tercer piso y cuando se abrió la puerta del ascensor me recibió de frente una fotografía, la misma de la portada del libro Angel Gitano. Me emocioné demasiado. Me recibió también una relacionista pública quien me indicó dónde estaba el maestro. Luego me dijo que apenas terminara esa entrevista podría ir a saludarlo. Y así fue. 

Cuando lo vi, le dije: "Maestro, usted es altísimo". Después, para que me ubicara, le mencioné que le había enviado un email la semana anterior. Lo recordó. Me saludó cordialmente. Luego le hice preguntas. Le pedí consejos. Me contó cosas como: "Cuando estoy tomando fotos, no estoy muy pendiente de cómo están quedando, no me pongo a verlas en la cámara; casi que las hago sin pensar".

"En Colombia pasan muchas cosas interesantes, pero la fotografía no la pagan bien; no se valora bien el arte", me dijo con una profunda mirada desde sus 1 con 86 metros. 

"Es muy importante tener un agente que te represente, te verás y te verán más profesional", dijo mientras revisaba con la mirada si ya venían los de Univisión para su siguiente entrevista. 

"Una persona que influyó mucho en mi carrera me dio dos consejos: no deje de tomar fotos; tome todas las fotos que más pueda; y vaya a Italia...", luego me confesó que haber ido a Italia "fue una experiencia terrible". Pero sin darse cuenta, fue lo que lo impulsó hacia Nueva York.

Cuando llegó la periodista de Univisión, suspendimos la charla.

Le pregunté: "le puedo tomar una foto Maestro?". Nervios? No hubo tiempo para nervios. Todo pasó muy rápido. Recursos... Qué recursos tengo??? Me pregunté en ese instante y me lo sigo preguntando ahora.

Cuarto oscuro. Escalera metálica. Mesas dobladas. Cortina de terciopelo negro, luz de oficina en el techo alto. Maestro, párese ahí por favor. Muy bien. Ahora espéreme un segundo por favor y traigo una silla. Siéntese como ud más cómodo se sienta. Se me ocurrieron preguntas brillantes para sacar alguna reacción en su cara. Silencio largo. "Cuándo cumple años? Cuál ha sido el mejor regalo que le han dado?". Al frente de mi lente estaba una cabeza brillante buscando respuestas a preguntas que sólo buscaban una reacción de menos de un segundo. Mirada que piensa. Sonrisa. Una respuesta rápida: "no me acuerdo". Después de varias fotos, dejo de disparar la cámara y le digo: gracias maestro. "Pero no me pusiste a hacer nada", me reclamó. "Yo sé que no soy fotogénico", me disparó.

Mientras lo entrevistaban, pasé a la oficina de Spencer, el presidente de la Galería, quien apenas supo que acababa de llegar de Colombia, fue y sacó un libro de gran formato y me lo regaló. Más que merecido el abrazo. "Un día estaré exhibiendo acá", le dije. Y me dio una tarjeta diciéndome que le encantaría ver mi trabajo.  

Cuando el maestro terminó la entrevista se puso una bufanda y se disponía a salir con prisa. 

Maestro, lo acompaño a coger su taxi. No fue una pregunta. 

Nos subimos al ascensor. Sí. Ahí estábamos sólos Ruven Afanador y yo. Él estaba en la esquina izquierda del fondo. Tenía la cámara en mi mano de manera que lo enfoqué y le pedí que no me mirara. Foto. Párese en el centro por favor. Se movió. Foto. Tres pisos abajo, se abrió la puerta del ascensor. "Estas me gustaron más", me dijo. Sonreí. Sonreí toda la tarde. (Todavía estoy sonriente).

Afuera. Un día lluvioso en Nueva York. En la esquina de la 57th con Lexington. Ruven Afanador esperaba un taxi. Taxi que se demoró unos minutos. Minutos que aproveché para hacerle fotos. Todos los ángulos. Todos.

Traté de distraerlo para alargar unos segundos su compañía. "La luz de Nueva York es una maravilla, le dije. Vea cómo se cubre con neblina la parte de arriba de esos edificios. El miró. Seguí disparando. Agachado. Parado. Me paré al frente de los carros que estaban en semáforo en rojo. Foto. Foto. "Si están quedando buenas?", me preguntó mientras buscaba un taxi con la mirada. 

Paró un taxi. Y yo, de tomar fotos.

Se subió rápido. "Nos vemos a las 5.30", me alcanzó a decir antes de que su enorme brazo jalara la puerta amarilla que me dejaba como a un niño que suben en la máquina de monedas y se acaba el tiempo. Todo se quedó quieto de un momento a otro. Incluso el maestro Ruven Afanador. En mi memoria. En mis fotos. Así: quieto. Sin prisa. Congelado para siempre.

Dos semanas después sigo viendo estas fotos imprevistas que no me imaginé tomar.
Las he visto mil veces.  

Y llegó este día. El día de contarles a ustedes esta experiencia niuyorquina. El día que conocí y fotografié a Ruven Afanador, como si yo fuera un niño jugando a ser el fotógrafo del fotógrafo.

Después fue el evento y la firma de los libros Angel Gitano y Sombra.


Acá las fotos improvisadas.