Es una barbie

En estas vacaciones Mariana y yo estamos trabajando juntos en un proyecto. Vamos a escribir los perfiles de sus barbies: su pasado, su presente y su futuro. Los textos irán acompañados de fotos de cada una.

Después de maquillaje y peinado intensivo, Mariana me avisó que las protagonistas ya estaban listas para la sesión de fotos. Teníamos poco tiempo, porque estas celebridades viven muy ocupadas, sobre todo en estas vacaciones. Procedimos a hacer las fotos.

Cada señorita tiene un nombre y una historia por contar. En este proceso, pudimos capturar la foto de la reconocida autora Mariana Salgado.

mariana salgado



Elena XXL

Ya casi terminábamos una sesión de fotos para TIGO, cuando Elena entró en mi estudio. Se acercó y me dijo pasitico: "a mi no me vas a tomar una foto?".

"Claro que sí", le respondí. Y fui a preguntar por su disfraz folklórico. "No trajimos de esa talla", dijo una voz a la distancia.

"Ven Elena, te vas a poner el mismo que se puso tu hermana Mariana".

 

 

 

Elena Salgado

Fernando Montaño, el bufón de la cenicienta


Este artículo fue escrito en Londres para la prensa de Colombia el 29 de abril de 2010. Ningún medio lo publicó.

 

Nuevamente el bailarín colombiano, Fernando Montaño hace historia en el mundo del ballet. Esta vez, al recibir el papel de Bufón en La Cenicienta (Cinderella) en el Royal Ballet de Londres. Es la primera vez que un colombiano recibe un papel protagónico y es algo que nos hace sentir profundamente orgullosos.

 

“El personaje que hago me gusta mucho porque es muy divertido, como lo son también las feas y envidiosas hermanastras que nos hacen reír”, comenta Fernando mientras lo maquillan antes de su debut. “Mi personaje es técnicamente difícil, pero  es una buena oportunidad para mostrar todo mi talento; me gusta porque es un papel importante en Cenicienta”, comenta el bailarín.

 

En su papel de Bufón, debe estar pendiente de todo lo que sucede alrededor del príncipe, su mejor amigo. “Tengo que estar haciendo reír a todo el mundo”, dice sonriente Montaño.

 

Poco a poco la piel morena de Fernando Montaño se va empalideciendo y la cara se va transformando en un verdadero bufón. Mientras aprieta los labios con el maquillaje, nos comenta sobre su estudio del personaje que interpreta. “Busqué inspiración en Charles Chaplin para ver sus movimientos corporales y he escuchado mucho la canción Smile que me gusta porque habla sobre los artistas que tienen que reírse cuando de verdad se están muriendo por dentro”.

 

Y continúa la metamorfosis de Montaño en uno de los camerinos donde también lo han hecho los grandes de la ópera mundial. Hay fotos autografiadas por varios personajes como Plácido Domingo. Pero nada interrumpe la concentración del bailarín repasando sus movimientos. “Muchas veces estás cansado, no quieres reírte, pero tu papel te lo exige y hay que hacerlo; es un reto”, menciona mientras le pintan las líneas de las cejas.

 

Fernando no puede ocultar su emoción. “Soy el único colombiano en la historia que ha logrado ser parte de la compañía (del Royal Ballet de Londres). Y es la primera vez que usan a un bailarín tan alto para representar el personaje de bufón”.

 

¿En qué cambia su vida artística después de este papel? “Ahora tengo más aspiraciones de lograr otros papeles… (se le iluminan los ojos) quiero hacer el papel de príncipe”.

 

Ya su familia sigue sus pasos con mucha fe en el éxito de Fernando. “En Colombia mi familia está feliz; han estado rezando para que todo salga bien”.

 

Cenicienta

Estará en la Casa de la Ópera desde el 10 de abril hasta el 5 de junio de 2010. Es conducida por Pavel Sorokin y Barry Wordsworth, con la música de Sergey Prokofiev y bajo la coreografía, en tres actos, de Frederick Ashton. La producción es de Wendy Ellis.

 

El ballet de la Cenicienta tiene una duración de 2 horas y 45 minutos y se presentó por primera vez en escena en 1948.

 

Es uno los más famosos cuentos de hadas y en esta oportunidad, el inglés Frederick Ashton presenta la versión completa en tres actos en The Royal Ballet donde le da su “toque artístico”.

 

La historia de Cecinienta que casi todos conocemos es la de la hermosa y humilde jovencita que es invitada por el príncipe a un baile. Detrás de ella está la sombra enorme de sus dos hermanastras feas y malvadas que la tratan con desprecio y envidian su belleza. Todo puede pasar en este cuento de hadas, desde las calabazas se convierten en carrozas, los trapos en suntuosos vestidos redondos y tiene un final feliz.

 

“Disfrutar es lo más importante”, puntualiza Fernando Montaño.

 

 

Maracaná 1989, 1950 y 2014.

Fue el regalo por llegar a los 15 años. Mis papás me invitaron a un viaje por Suramérica. Me fui con mi primo Camilo. Fue una experiencia increíble. Ya con pierna peluda podíamos subirnos la edad unos años para intentar tener más chance con las extranjeras de 20. El mechón de ALF de todas maneras nos daba una imagen de híbridos extraterrestres y ronquetos por los gallos destemplados que salían a delatar el cambio de voz.

Llegamos a Rio de Janeiro. Mágico. Monumental. Apoteósico. Pero no quiero generar falsas expectativas. No me acuerdo de muchas cosas. Sólo de algunas con relativa relevancia. Un par nada más.

Hablaba yo con mi primo Camilo sobre temas muy interesantes y profundos: de féminas y levantes. Recuerdo que estábamos en el lobby de nuestro hotel, cuando de repente se nos acercan dos bellas argentinas. "Podés hablar por favor?", me dijo la rubia de ojos azules. "Perdón?", le respondí preguntándole. "Eso, eso, mirá qué lindo hablás", dijo con acento argentino. "¿De dónde sos?", me acorraló. Muy linda argentina. Fueron tres días donde los gallos de los quince años se fueron afinando. Quedamos enamorados. Nos escribimos por varios meses. Hubo declaraciones de amor y cosas de esas que pasan a los 15.

De ese mismo paseo en 1989, me acuerdo cuando fuimos al estadio Maracaná. Espectacular. Una enorme edificación de cemento con capacidad para 200 mil personas. Tremendo escenario. El mismo lugar que en 1950 vio cómo la copa del mundo se iba de las manos brasileras, hacia las manos de los uruguayos. Desastre. Maracanazo. Tristeza mundial. 

Esta historia inolvidable, nos la contó con miles de detalles un estupendo personaje que apareció en la tribuna durante nuestra visita al mítico templo futbolero. Era un negro agradable y divertido. Gordo. Gigante. Se paró en la tribuna y nos saludó con una pregunta: "¿De dónde son?" Lo segundo que hizo, fue recitar absolutamente todas las ciudades de Colombia. Una maravilla.

Su nariz y boca eran tan enormes como las tribunas del Maracaná. Narraba el partido de 1950 entre Brasil y Uruguay. Era la final. "Por el sistema de campeonato de ese entonces, con el empate, Brasil era campeón", dijo sabiendo que el cuento terminaba en tragedia.

"Empezamos ganando. Todo era alegría. Nadie nos podía quitar la copa, pensábamos. Yo tenía mi camiseta de Brasil debajo de mi chaqueta. Empezamos ganando y con gran orgullo me quité la chaqueta y lucí mi camiseta amarilla. Éramos campeones con el 1-0!", se veía radiante el morocho. "Pero oh oh, nos empató Uruguay y ya no quedaban uñas en los dedos", seguía. "Segundo gol de Uruguay y me volví a poner la chaqueta. La tristeza nos inundó y ese gran sueño terminó siendo una pesadilla. Adiós mundial. Adiós a la gran oportunidad", contaba y contaba con gracia. Y este señor, como millones de brasileños soñaban con el desquite histórico en este 2014. Por ahora tendrán que esperar.

Confieso que tuve un contraste de emociones con la eliminación de Brasil en este mundial. Perdió feo una selección de la que fui seguidor cuando era niño.

Como todo, el fútbol también enseña cosas importantes en la vida, así lo comentábamos con mi amigo Juan García. Y este mundial sí que nos enseñó cosas a los colombianos.

Y como pasa en este mundo, habrá cosas que se olvidan y otras que no. Esta por ejemplo hace parte de la historia de un país, potencia mundial en el fútbol que en su segunda oportunidad de ser campeón, vio cómo otros en su propio patio, hicieron la fiesta. 

Me imagino que cuando lleve a mis hijas al Mineirao, habrá un personaje que con gran diversión y espontaneidad tan típica de los brasileños, contará con detalles el 1-7 que les metió Alemania en las semifinales de 2014. Como de película de ficción y terror al mismo tiempo.

 

Buenas, ¿cómo se llama?

Andrés, muchas gracias por ayudarnos. ¿Le puedo hacer una foto?
 

Quise hacerle un reconocimiento a este personaje que apareció hoy en nuestra casa con la mejor disposición para hacer lo que más le gusta hacer: contribuir al embellecimiento de los espacios de las personas. Le tocó nuestro comedor.

 


Un bacán.

 

Proyecto 50. Pablo Salgado.
 

andres

Nueva receta para fotos

Hace poco en un seminario que hice online, vi unos módulos de cartón gigantes que usaban como escenografía para hacer fotos. Me gustaron.

Sé que todavía no he encontrado el material indicado, pero me estoy acercando.

"Esas de allá cómo se llaman?", señalé con curiosidad. "Son láminas de cartón y se las dejo a 10 mil pesos cada una", me dijo el vendedor. "Deme cuatro por favor", dije. "Dónde está el camión", me preguntó. "No tengo", respondí. "Deme 10 mil pesos más y se los llevo", me dijo. "Hágale", animado terminé el trato.

Por un lado color cartón. Por el otro, blanco. Perfecto. El lado blanco será reflector y el opuesto lo pintaré de negro. Antes de pintar las láminas, las uniré con cinta. Por un lado cinta blanca y por el otro, negra. Perfecto.

Una vez unidas las láminas las pinté de negro por la cara de cartón. De esta manera, quedaron dos posibilidades de color.

El lado blanco, como bien se podrán imaginar, es para tener el reflejo de luz sobre el paciente al que le tomará la foto. El lado negro, como también se podrá imaginar es para que la luz no rebote, sino que se "absorba". Ayuda a que las imágenes tengan mayor contraste. 

Este ejercicio es para aprovechar la luz natural y el juego de contrastes usando estos nuevos módulos de cartón. 

 

Entonces la receta para fotos de día, preferiblemente antes de las 11 de la mañana:

- Acérquese a una ventana que tenga bastante luz. Esta será su fuente principal de luz.

- Ubique, sin tapar la luz de la ventana, sus "eles/parales/láminas" como creando un cajón enorme.

- Ensaye sus parales escenográficos con el blanco y luego con el negro. Y combínelos.

- Escoja un lente y practique. Yo usé el Nikon 85mm f1.8.

- Receta en la cámara: balance del blanco automático, RAW, Velocidad 1//250, apertura f2.8, ISO 640.

Listos! 

Acá están mis ejercicios con mi hija Mariana después de su clase de ballet.