Me permite estar frente a personas maravillosas que siempre tienen algo para contar, que sacie mi curiosidad, herramienta que siempre uso cuando estoy haciendo retratos. Ese momento puede ser normal o especial; depende de uno como fotógrafo. He descubierto que si me quedo callado, doy dos indicaciones y hago un par de disparos, el personaje da las gracias, puede que pregunte si puede ver cómo quedaron o, simplemente se despide y no pasa nada. Pero no. El tema de la fotografía me gusta cuando se sobrepasan esas barreras, cuando supera los silencios y se convierte en una sesión charlada de fotos. También descubrí en este tiempo, que detrás de la cámara debe haber un lider que dirija la sesión y que establezca un vínculo, una conexión con el personaje que está frente al lente. Desde un saludo cordial y genuino, seguido por preguntas simples que generen armonía y garantice pasar un momento diferente, real y humano. Siempre he pensado que la cámara y el oficio del fotógrafo es la excusa ideal para acercarme “legalmente" a personalidades cargadas de información de la cual puedo aprender en 10 minutos, casi que lo mismo que aprendería en un viaje a cualquier parte. Sumando esto último, una sesión de retrato es como viajar por la vida de alguien en un tiempo super limitado. Recordar que es la oportunidad de hacer una foto más o intentar hacer una que se quede en la memoria. ¿Nos volveremos a ver? Si usted quiere, si. ¿Le dejo mi tarjeta?