Sigo convencido de eso. Mi fuerte es capturar momentos naturales que cuentan historias en milésimas de segundo. Así de sencillo. Acá retorno a mis lecciones con Mario Testino y su técnica -no técnica- que se acomoda perfectamente a mi trabajo. ¿Lady Di? ¿Kate Moss? ¿Pixelada? ¿En movimiento? ¿Oscura? ¿Familia Real?
Calma. Mucha calma.
Estar en el momento indicado, con las personas indicadas es lo importante. Sin modelos. Sin trescientos asistentes. Sin luces por todas partes. Sin medidores. Sin paraguas. Sin reflectores. Todo eso vive en los estudios o en las grandes producciones publicitarias. Acá el arte es capturar esencias. Sentimientos. Reacciones y que se vea natural.
¿Quiere la foto perfectamente expuesta? ¿Perfectamente iluminada? Hay fotógrafos que lo hacen, que son genios en ese asunto. Si lo que quiere es una fotografía espontánea, orgánica, fresca y natural, entonces llámeme a mí. Eso es lo mío ida y vuelta. Ida y vuelta.
El abrazo. La carcajada inesperada. Los diálogos entre amigos como si nadie más estuviera con ellos. Pasar totalmente desapercibido. La emoción del papá con su hija. Con su hijo. Que no sientan que hay alguien más, sino hasta que vean las fotos y digan, "no estábamos solos". Eso me gusta. Que me ignoren totalmente. Me encanta. Pum pum. Foto. Otra foto. Y otra.
Y entonces aparecen clientes queriendo contratarme para que les haga fotos porque lo que vieron en mi página, les gustó. Eso me gusta. Porque es rico saber que la fotografía les transmitió cosas viendo a otras personas y creen que otros los verán así a ellos. Y eso pasa.
Andrés se casaba dos horas después de nuestro encuentro. Cuando llegué a su habitación estaba rodeado de amigos que son como sus hermanos. Saludé y me invitó a estar presente. Era un momento muy importante para Andrés. Sus amigos llegaron a su boda atravesando medio planeta. Y fue increíble estar ahí. Estar como un observador invisible, congelando momentos reales.