Los vi. No eran los tres chanchos de los cuentos. Eran más. Pero estaban igual de regordetes. Eso sí, estaban a unos 2 grados centígrados dejando ver sus corazas brillantes y movedizas. Qué espectáculo tan... grasoso gracioso. Un amigo me invitó a ver el juego. Inolvidable...
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Era el juego Arsenal vs Bolton en el Estadio Emirates del equipo rojo de Londres. Tenían los de Wenger, la posibilidad de ganar y subirse a la primera posición de la Premier League, superando a sus grandes rivales Manchester United y Chelsea. El Bolton está en la parte más baja de la tabla y está en riesgo su permanencia en la liga. Buen partido por punta y punta. Estadio lleno. Sólo había un pequeño detalle...
Nos tocó silla en la única tribuna semipoblada de aficionados. La tribuna de los seguidores del equipo visitante. Nos mirábamos mi amigo y yo y pensamos seriamente en quedarnos quietos. No podíamos celebrar los goles del Arsenal porque nos linchaban los del Bolton que teníamos en la nuca. No podíamos tampoco, apoyar a los del Bolton, porque el estadio estaba lleno de "Gunners".
Ahí estuvimos. Casi 90 minutos. Empezó ganando el Bolton. Visitante. 2-0. WOW! Yo sentía que todo el estadio nos miraba con odio. A nosotros dos y al resto de seguidores del Bolton que celebraban con furia mirando a las tribunas de los locales. Por Dios, que suicidas. Mi amigo y yo bajábamos la cabeza como esperando el tramacazo de una pila o algo. Muy colombiana esa sensación.
Antes de terminar el primer tiempo, dijimos "vamos por el perro caliente ahora o nos toca hacer mucha cola en el intermedio". Salimos y el Arsenal metió el gol de descuento antes de irse al descanso. Nos perdimos ese gol en vivo. Todo por un perro caliente y una cerveza helada. Pero bueno.
Ya con barriga llena. Nos fuimos a ver el segundo tiempo. Marcador 1-2 ganando los visitantes. Nuestros vecinos estaban muy felices. De hecho uno más que otros. Un gordito que se animó a quitarse la camiseta. Estaba dos sillas detrás de nosotros y todo el estadio lo chiflaba... a él y a nosotros nos caían babas.
Se fueron uniendo otros gorditos. Y la patota se creció. Pero ese apoyo "a pelo" no le valió al Bolton y muy pronto el Arsenal empató las acciones 2-2. Eso no impidió que los chanchitos balailarines siguieran en su salsa. Los demás hinchas, dentro de sus abrigos pero fuera de control, insultaban con furia a los locales. Volvió la sensación colombiana de agachar cabeza y esperar el totazo. Que no llegó. ¿Pegaría en el palo?
Arsenal se fue arriba 3-2. Y los ánimos de los seguidores del Bolton se fueron bajando. El estadio ahora nos brincaba encima. Pero nosotros teníamos el respaldo de nuestros chanchos. Que seguían bailando y mostrando llanta. Pasaron los minutos y Arsenal aumentó la diferencia a 4-2.
Una noche de goles. Inolvidable. Una noche de emociones y danza "cochina". Nos salimos antes de que se acabara el juego para evitar tumultos. O apachurramientos. Y afortunadamente no hubo más goles.
Antes de salir de la tribuna, hice la última foto con mi celular... de los chanchitos que después de mucho brincar no creían haber perdido el partido...
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Era el juego Arsenal vs Bolton en el Estadio Emirates del equipo rojo de Londres. Tenían los de Wenger, la posibilidad de ganar y subirse a la primera posición de la Premier League, superando a sus grandes rivales Manchester United y Chelsea. El Bolton está en la parte más baja de la tabla y está en riesgo su permanencia en la liga. Buen partido por punta y punta. Estadio lleno. Sólo había un pequeño detalle...
Nos tocó silla en la única tribuna semipoblada de aficionados. La tribuna de los seguidores del equipo visitante. Nos mirábamos mi amigo y yo y pensamos seriamente en quedarnos quietos. No podíamos celebrar los goles del Arsenal porque nos linchaban los del Bolton que teníamos en la nuca. No podíamos tampoco, apoyar a los del Bolton, porque el estadio estaba lleno de "Gunners".
Ahí estuvimos. Casi 90 minutos. Empezó ganando el Bolton. Visitante. 2-0. WOW! Yo sentía que todo el estadio nos miraba con odio. A nosotros dos y al resto de seguidores del Bolton que celebraban con furia mirando a las tribunas de los locales. Por Dios, que suicidas. Mi amigo y yo bajábamos la cabeza como esperando el tramacazo de una pila o algo. Muy colombiana esa sensación.
Antes de terminar el primer tiempo, dijimos "vamos por el perro caliente ahora o nos toca hacer mucha cola en el intermedio". Salimos y el Arsenal metió el gol de descuento antes de irse al descanso. Nos perdimos ese gol en vivo. Todo por un perro caliente y una cerveza helada. Pero bueno.
Ya con barriga llena. Nos fuimos a ver el segundo tiempo. Marcador 1-2 ganando los visitantes. Nuestros vecinos estaban muy felices. De hecho uno más que otros. Un gordito que se animó a quitarse la camiseta. Estaba dos sillas detrás de nosotros y todo el estadio lo chiflaba... a él y a nosotros nos caían babas.
Se fueron uniendo otros gorditos. Y la patota se creció. Pero ese apoyo "a pelo" no le valió al Bolton y muy pronto el Arsenal empató las acciones 2-2. Eso no impidió que los chanchitos balailarines siguieran en su salsa. Los demás hinchas, dentro de sus abrigos pero fuera de control, insultaban con furia a los locales. Volvió la sensación colombiana de agachar cabeza y esperar el totazo. Que no llegó. ¿Pegaría en el palo?
Arsenal se fue arriba 3-2. Y los ánimos de los seguidores del Bolton se fueron bajando. El estadio ahora nos brincaba encima. Pero nosotros teníamos el respaldo de nuestros chanchos. Que seguían bailando y mostrando llanta. Pasaron los minutos y Arsenal aumentó la diferencia a 4-2.
Una noche de goles. Inolvidable. Una noche de emociones y danza "cochina". Nos salimos antes de que se acabara el juego para evitar tumultos. O apachurramientos. Y afortunadamente no hubo más goles.
Antes de salir de la tribuna, hice la última foto con mi celular... de los chanchitos que después de mucho brincar no creían haber perdido el partido...