Esa quizá es una de mis canciones favoritas: Beautiful San Andrés. Me gusta todo: la melodía y la letra. Es una canción que, para los que no la conocen, habla de la isla de San Andrés. De su belleza natural. De su belleza humana. Para mí, esa combinación es perfecta y convierte ese pedazo de tierra, en una verdadera fantasía donde todo lo que uno quiere, pasa.
Y algo muy parecido sucede con Catalina y Pablo. La isleña y el cachaco. Una combinación perfecta. Belleza natural en ambos casos y un par de seres humanos de esos que uno siempre quiere encontrarse por el camino de la vida. Lista la ecuación.
Nuestros caminos se iban a cruzar en la isla del encanto y así fue. Un encanto. Ya habíamos hablado por teléfono. Nos habíamos enviado muchos mensajes electrónicos. Nos faltaba vernos cara a cara. Y eso también pasó. Una maravilla.
El día que nos conocimos nos fuimos de fotos. Absoluta felicidad. Caminamos toda la tarde como tres enamorados. Y empezamos a hacer fotos divertidas. Hubo "maná maná pati pitipi" y todo. Fue una tarde inolvidable sin duda. Brindamos y aplaudimos el amor con agua de coco hecha en San Andrés. Tropicalísimo el tema.
Al día siguiente se nos casaron Cata y Pablo. Así tenía que ser. ¡Bravo! Y entonces nos atrapó la noche en medio del Caribe. Hicimos fotos increíbles con luces de carros, con farolitos, con postes de luz. Bajo la lluvia. Hasta paramos el tránsito de la ciudad sin que se opusiera la gente, que aplaudía y les gritaban en coro: "beso, beso, beso". Y como todo pasa, pasó. Se dieron besos.
Tengo que decir que fue una experiencia espectacular. Un matrimonio colorido, animado, con una decoración especial y todos los invitados queridos, familiares, amigos. Y mi corazón se agranda.
Linda pareja, personas buenas y mi lente que sigue capturando gente extraordinaria.