Déjelos que hagan lo que más les gusta. Saltarán. Harán caras chistosas. Gritarán. Correrán. Y entonces, las fotos serán maravillosas.
No se preocupe más por señalarle a los niños donde está la cámara. Ellos ya saben eso y otras cosas. Claramente a los niños de las cosas que más les gusta es ignorarlo a usted. Pero se puede vivir con eso en armonía.
Los niños en la sesión de fotos tienen que ser libres. Completamente libres. Escoja bien las locaciones para que los niños no corran ningún riesgo en esa libertad. Va a ver que les cambiará completamente la actitud frente a la sesión de fotos. Todo les parecerá delicioso. Harán las cosas más locas y usted feliz de ver a sus hijos felices. Y yo como fotógrafo estaré absolutamente encantado de hacer millones de imágenes que cuentan historias, y que dejarán para siempre esa alegría y energía de los niños que nunca se acaba.
Así fue la sesión de fotos con los Ortiz. Libertad y felicidad. Como tiene que ser.
Uno como fotógrafo dará ideas. Unas podrán ser exitosas. Pero otras no serán seguidas. Los niños siempre tienen mejores ideas o sencillamente sabrán qué es lo mejor para las fotos. Déles cuerda, sígales la corriente. Será divertido.
El escenario fue el Club Los Arrayanes al norte de Bogotá y en dos horas de fotos pudimos compartir momentos reales, originales y fotogénicos.
Anímese y hágale fotos a sus hijos haciendo lo que más más más les gusta. Será un recuerdo invaluable para toda la vida.
No se le haga raro que en algún momento de la sesión se empiecen a invertir los papeles. Eso también hace parte de la terapia en la que se convierte una sesión de fotos de familia. Suéltese. Relájese. Sea usted. Los demás harán lo mismo.