fotografo en colombia

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Finalmente la carrera escogida fue Comunicación. “Me gusta ver fútbol. Es lo que más me gusta hacer”. Lo más cercano era periodismo. Icfes. Formularios para otras opciones de carreras. Listo. Fui aceptado.

Iniciar. Flota repleta de gente. Calor ¿ventana abierta a las 6 de la mañana? No. De ninguna manera. Completamente cerrada. Siempre. Calor permanente. Sudor en ventanas. Gotas que bajan. Las sigo en su agonía. Campesinos y gentío estudiantil. Paraderos, muchas “habichuelas” se suben para ir a lo de ser odontólogos otros a ingenieria, otros, nosotros a… “córranse para atrás que hay espacio”. Repaso mental materia información quiz de actualidad “el nombre del fiscal, fácil. ¿el procurador es…”. Frenón. “Tsssss”, suena el freno de flota.

Incertidumbre acomodada de maleta en el hombro, pisotón. “Que pena”. “Tranquila (idiota). Me miras, desconocida. “Hola” con las cejas y mirada de nuevo al sudor de las ventanas cerradas. “El Procurador General es… (qué calor tan !”·$%&/#@@!!) “Disculpe que lo despierte, señor, señor (voz tono y movimiento en el hombro del señor una y dos veces con intensidad desesperante), ojo rojo ultratumba te mira y no te enfoca, mientras le sueltas el “¿puede abrir la ventana un poco por favor?”. “¿Qué?”. Ah no. Sordo no. Ni modo. “Abran la escotilla por favor” Delirio. “Como se llama el bendito Procurador”. Calor. Sudor. Manos negras untadas de tubo. “Voy a La Sabana”, “$700, $800”, no me acuerdo lo que pagaba. “Deme suelto”, “no tengo más” “¿tiene $100?”. Gentío. Mano. Bolsillo. Monedas caen entre millones de pies. “Por acá por favor, gracias”. Aire puro de las 7 y 30 de la madrugada. Frio a los tres segundos. El calor se fue en la flota.

Neblina. Vacas a medias. Universidad que surge como de una nube gigante. Frío berraco. Helado hasta el hueso. Manos en bolsillos y paso rápido. Compañeros, profesora, clase, tarea, quiz, trabajo en grupo. Recreo café cigarrillo. Me gusta esa. “Esa es fea”, “no la de saco azul”. “Ah, si esa es divina, tiene novio”. Le gusto a la gorda. “Jajaja”. Me encanta esa mona. “¿Me miró?” “¿Quién?” “¿Leyó las fotocopias?” “¿Cuáles?”

Cuarto semestre de Comunicación Social y Periodismo: “Quiero ser periodista deportivo…” Nada. Historia, teología, sociología, economía, derecho de y a la información, estadistíca: en rojo. Redacción, español inglés. Periodismo deportivo: mamola. Pasan los años. Radio Televisión, Cine. Fotografía. Si, fotografía. I love Photography.

Mi mamá cuando corría el año 1994: “Te patrocino locución o un taller que te consigas de fotografía”. Conseguí el curso, mamá. En la Alianza Colombo Francesa. Me regalaste mi primera cámara de fotos. Gracias por eso y por todo lo que me das en la vida. La cámara la tengo todavía. Análoga. Canon. Estupenda.

Cinco años de carrera. Cero periodismo deportivo. Miles de fotos. Ese oficio se volvió mi vida entera. Un oficio que no es trabajo. El placer de congelar pedazos de la vida misma y de la gente. Gente increíble, maravillosa tediosa odiosa inmamable amable chistosa. Aprendes abrazas retratas. Viajas. Creas. Gustas. Te llaman y te llaman. Si que me gusta el click imagen prueba y error conexión pasión amor.

Una foto con Don Chinche

Fue mi segundo personaje para retratar en la Revista Bocas en estos 8 años como colaborador de esta publicación de El Tiempo.

Cuando yo llegué a la casa de Don Chinche, la mismísima casa de don Héctor Ulloa, estaba muy emocionado. Recordé momentos felices en familia. Sobre todo, me acordé de mis abuelitos paternos que no se perdían la serie de Don Chinche y se reían a carcajadas todos los domingos cuando la veían. La referencia que tenía de este personaje era esa, la de una leyenda cómica colombiana que hizo felices a estos viejitos.

Lo vi, lo saludé y le agradecí habernos dado tanta alegría por tantos años. Después hice un recorrido rápido por su casa para ver las opciones de fotos. ¡Había muchas! Y además de eso, siempre tuve presente a Don Chinche como personaje. De manera que le pregunté a Héctor si todavía guardaba el vestuario del personaje. Y me dijo que sí. Entonces le pregunté si había algún problema si se vestía de Don Chinche. Me dijo que no. Y arranqué a hacerle fotos en todo el proceso. Después salimos a la calle. Y me emocioné de principio a fin con esta sesión de fotos que terminó con risas, anécdotas y fotos divertidas.

Después de unos años, Hector me llamó a mi celular. Me pidió el favor de dejarle usar algunas de las fotos que le hice en esa sesión. Me sentí honrado. Feliz. Y esas fotos que me pidió hacen parte de un libro que le hicieron como homenaje.

Acá les comparto las fotos que le hice a este querido personaje.