"huila"

Aventura. Desierto. Amor.

Diana y Ernesto empezaron su aventura de amor en el desierto de la Tatacoa. Se animaron a vestirse de novios un día después del matrimonio y nos fuimos hacia el desierto con toda la energía de hacer fotos inolvidables. Y lo logramos. Fue una sesión divertida en tiempo récord... pues la luz nos daba poco campo de acción. Buscamos el sendero del coyote y el correcaminos. Y lo encontramos.

Se fue el sol y el desierto se oscureció. Pero arriba el cielo se despejó y salieron todas las estrellas. Con dos carros apuntándole al desierto, Diana y Ernesto lograron llegar hasta el otro lado. Jhonatan era el encargado de los flashes con geles naranja, para meterle candela a la montañita... Y todo funcionó! Logré la silueta del amor de D&E en el desierto. Luego buscamos recursos con las luces disponibles.

Una pareja encantadora. Joven. Dicharachera. Especial. Pero lo mejor de ellos es su espíritu aventurero. Ahí se ganaron la de oro.

Viajar por Colombia también agranda el mundo. Haga la prueba y verá!

El desierto de la Tatacoa es uno de mis escenarios favoritos para hacer fotos de amor. Fotos de novios que se quieren harto. De novios todoterreno!
















En la cocina opita!

Increíble. Otra vez metiendo las ñatas en la cocina. Esta vez en La Casa del Folclor en Neiva, Colombia. Afuera 34@#$%ˆ&* grados C (no encontré la bolita de los grados). En fin, en la cocina eran unos 20 grados más. Pero se le olvida a uno el tema del calor entre gente tan querida y tanta cosa pasando... Cómo se llama ella? pregunté señalando a Eva. Alguien dijo "Eva". Eva! grité discretamente... y Eva me miró sin entender... le estaba tomando una foto tipo "shampoo glemo" con el swing del pelo. Pero éste un poco más quieto.

Cada una en lo suyo. Pescado a su olla. Las papas. Los maduros. A la plancha el pollo y la res. Todo como es. Sin maquillaje. "Ocho para la diez", gritaba doña Myriam desde tu butaco alto mientras movía papeles con números y letras raras. Me acerqué y le pregunté si era la jefa. Me dijo que no, pero me dijo "hágale" cuando le pregunté si podía entrar a hacer fotos. Y me fui derecho a la cocina. Comida y cocineras en su oficio. Ollas viejas, hornos en uso después de quién sabe cuánto tiempo. Click!

Con mi cámara de bolsillo a la mano hice muchos disparos. Feliz. Fue un delicioso plan después de darle mate a un asado huilense bajado con jugo de cholupa. Gracias a Sandra Bonilla, quien nos atendió divinamente y además me posó para fotos con su traje típico huilense. Fue una hora de almuerzo absolutamente inolvidable en un restaurante colombiano. Muy opita.










Les juro que Eva no está dentro de la olla de las papas...